PRONUNCIAMIENTO DE LUNAS
LESBOFEMINISTAS EN SOLIDARIDAD CON LAS COMPAÑERAS BOLIVIANAS Y CON TODAS
AQUELLAS QUE DENUNCIAN VIOLENCIAS DE OTRAS MUJERES Y/O LESBIANAS:
Desde hace algunos años, en la
Abya Yala, mujeres y/o lesbianas que hemos sobrevivido a violencias físicas,
sexuales, psicológicas y económicas por parte de otras mujeres -algunas de
ellas reconocidas y admiradas políticamente en los feminismos y
lesbofeminismos-, estamos comenzado a visibilizar esas violencias.
Es un proceso lento y doloroso.
Doloroso para quienes pensamos en las utopías construidas y nos organizamos
desde los feminismos y lesbofeminismos, pero, también, y sobre todo es doloroso
para quienes hemos tenido que vivir en experiencia propia esas violencias y sus
consecuencias.
Desgraciadamente, ante las
denuncias, hay una ola de reacciones, incluso de mujeres reconocidas y
autonombradas como feministas, que silencian y revictimizan a quien denuncia:
-Hay quienes replican las
prácticas patriarcales de la sociedad sin reflexión acusando de mentira,
deslegitimando, minimizando la denuncia, haciendo escarnio de la denunciante.
-Hay mujeres heterosexuales,
sobre todo, que desde una lesbofobia soterrada, minimizan el conflicto o bien
lo atribuyen a una “esencia violenta” de las relaciones lésbicas.
- Al igual que hacen las
personas no feministas ante denuncias contra la violencia de varones, se
atribuyen intereses secundarios en la denuncia, ignorando y deslegitimando el
proceso de injusticia que llevó al momento de no tener más camino que
visibilizar lo sucedido. Eso es complicidad concreta con quien agredió y
revictimización a quien denuncia.
-Hay aliadas incondicionales
de las violentadoras que, por amiguismos, por intereses económicos y políticos
o por miedo a ser señaladas en sus propias violencias, protegen y justifican a
toda costa a quien ha hecho daño.
-Hay quienes, incluso,
construyen elaboradas justificaciones pseudo teóricas sobre por qué es menos
grave la violencia ejercida por una mujer sobre otra. Aquí alcanzamos a
reconocer que quienes son creadoras de estas justificantes o son agresoras o no
son las que han tenido que vivir día a día, a veces durante años, las
consecuencias de la violencia que “no es tan grave”.
-Se nos invita a guardar
silencio o a arreglar “el conflicto” en privado para no exponer a la
violentadora a la justicia de los Estados o a la mirada o a los comentarios del
mundo patriarcal, obviando que el mundo patriarcal no está sólo afuera, sino
que es el que construye ese mandato de silencio y que ese mismo silenciamiento
es el que revictimiza a quien vivió la violencia
-Otras prefieren “no tomar
partido”, olvidando que la “neutralidad” es ya una toma de partido que deja
sola a quien ha padecido.
Ante ello, desde Lunas
Lesbofeministas, afirmamos que esas posturas son antifeministas y
antilesbofeministas en tanto que se niegan a mirar que el ejercicio de la
violencia no es una reacción incontenible, siempre es una elección.
Así mismo, reconocemos que en algunas
de esas conductas protectoras de violentadoras lo que subyace, entre otros
elementos, en el miedo a que se rompa la utopía de un espacio feminista posible
y seguro entre mujeres.
Sin embargo, desde Lunas,
creemos que ninguna utopía vale la pena si significa la injusticia para una sola
compañera, si significa ignorar su dolor y su ansiedad, si significa
solapamiento e impunidad para quien ha hecho daño.
Sabemos que los espacios
seguros, creadores y mágicos construidos entre y por lesbianas y/o mujeres son
posibles y son un hecho cotidiano, pero que visibilizar la violencia y buscar
modos de enfrentarla en lugar de aliarnos en la ignominia de las violentadoras son
el camino hacia que los espacios feministas y lesbofeministas se revitalicen,
se fortalezcan y continúen creándose cada día.
Por ello, ante la denuncia en
contra de la violencia vivida por Adriana Guzmán, Jimena, Diana y Julia,
Feministas Comunitarias Antipatriarcales de Bolivia nosotras, lesbofeministas
mexicanas, nos solidarizamos, las acompañamos y en medida de lo que la
distancia física permite, las acuerpamos.
Reconocemos que nos alegramos
que continúen con vida, pero sabemos que esa vida nunca debió estar en riesgo.
Así mismo, agradecemos su valor en la denuncia.
Es un momento difícil para
ustedas sin duda, pero no están solas.
Gracias por toda la lucha que
significa mantenerse de pie.
¡Chicahua, compañeras!