miércoles, 7 de mayo de 2014

VASSALISA LA SABIA

 (Parte 2)
Inspiradas en el cuento tradicional ruso de la Vassalisa, las lunas hicimos una muñequita que nos recordara alimentar constantemente a nuestra yo intuitiva, a la magia que hay dentro de cada una de nosotras.
Este domingo 11 de marzo, terminaremos los detalles de nuestras Vassalisas, comentaremos sobre el cuento y nuestras experiencias intuitivas.
Estás cordialmente invitada.
*Traer Itacate, hilo y aguja y cualquier material que crean que les puede servir
*Nos vemos a las 2:00 p.m en tlatelolco
*Si no veniste a la sesión anterior, sólo avisa y tendremos una muñequita “base para que puedas trabajar con ella. (El aporte de recuperación por ella es de 50 pesos) (Pero avisen para saber cuántas preparar)

Nos vemos.Serie "Cuentos para mujeres salvajes": Vasalisa la Sabia

(óleo sobre tela, 50 x 70 cm)

"Aprender a dejar morir lo que tiene que morir, y dejar que nazca lo que tiene que nacer." C.Estés

Todos esperaban tanto de Vasalisa. Y ella trataba, todo lo intentaba. En esos intentos depositaba todo de sí. Su energía vital se le iba en esa tarea, así fue convirtiéndose en una mujer sin memoria. Y por esos túneles por donde caen las cosas olvidadas se fueron escurriendo sus más valiosos tesoros, que lo son tal sólo por hacer que la vida no se transforme en un sinsentido. Esencialmente se le olvidó la manera de escuchar a aquella mujer que todo lo sabe, la que habita en su interior desde el más remoto de los tiempos. Esa mujer sabe su historia, sabe de su amor, de sus pasiones, de sus más profundos anhelos, anhelos que también cayeron por el túnel del olvido. Sabe cómo rescatarlos.

Andaba Vasalisa distraída con su vida. Pero dicen que los sueños compensan todo aquello que en la vigilia no se puede reconocer. Vasalisa soñaba mucho. A veces, por esa deficiencia de memoria que padecía, los olvidaba sin más, pero a veces los recordaba con vividez. Soñó una vez que querían atraparla, y entonces corría, bajaba escaleras, atravesaba pasillos y se escondía atrás de un ropero de características familiares, allí, escondida, encendía una linterna y ella, la mujer oculta, la que sabe, aparecía. En muchos de sus sueños la escena transcurría internada en aguas subterráneas y tenía largas conversaciones con esa mujer, que a veces tomaba la forma de su abuela, otras de su tía y otra de mujeres totalmente desconocidas.

Quizás en los sueños o quizás en la vigilia, yo no sé bien, Vasalisa recuperó la capacidad de escuchar a esa mujer. La sabia, la salvaje, la encendida, el cielo y el infierno, la luz y la noche a la vez, le habló:
"Basta ya Vasalisa, que no podemos quedarnos y marcharnos al mismo tiempo… Basta ya de quedarte detenida ante esa puerta. Y ya no duermas en el sofá."

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