Pronunciamiento de Lunas en Agosto de 2005 en
la Selva Lacandona cuando se suma a la VI DSL
Hermanas
y hermanos zapatistas y de las organizaciones aquí presentes:
Pertenecemos a una
organización lésbica, Lunas, que, desde el feminismo, viene soñando por mundos
más justos.
Queremos
comenzar por hablarles desde lo que implica ser lesbiana: es, al nacer con sexo
femenino, hacerlo en medio de una guerra cuyo territorio en disputa es nuestro
cuerpo. En una frontera se encuentran los mercaderes del sexo quienes nos nombran
mujeres y parece ser que así nombran al enemigo, pues nos bombardean en
forma constante. Nos convierten en producto y nos venden el espíritu en
anuncios de TV, revistas y medios en general, nos colocan en bares y en todos
aquellos espacios donde convierten a la mujer en “atracción”... Hoy, la guerra
se ha vuelto mas dura, además de alquilarnos la vida como obreras con salarios
de insulto o como sirvientas del gran jefe neoliberal. Cada vez con mayor
frecuencia, están tomando nuestros cuerpos y nuestras vidas ya sea para
divertirse, para acabar con nosotras a golpes por servir fría la sopa, para
vender videos de nuestra masacre y tortura o para llevar nuestros pezones
colgados al cuello, como trofeo. Estado de México, Ciudad Juárez, Morelos,
León, nada mas por nombrar algunos sitios donde somos asesinadas, aquí en
México, pero también está ocurriendo en el resto del mundo.
En
la otra frontera está la guerra de baja intensidad, donde se nos mata de a
poco, pero en forma cotidiana. Al nacer se nos pone el rótulo de mujer y con
ello se pretende decir que somos aquellas sujetas a esa rígida construcción de
cosas de lo que sí y que no se nos permite hacer. Aquel que dice quien domina y
quién es dominada. Se nos dice con quien está permitido tener intercambio
sexual o amoroso. Hasta quien se coloca arriba y quien abajo en el acto sexual
y, hay quienes pretenden imponer que únicamente sean actos reproductivos.
Asuntos meramente de apareo.
Se
complica cuando además de mujeres somos lesbianas, pues el orden así
establecido castiga a quienes nos atrevemos a romper con él. A quienes vivimos
de otro modo. Sin embargo, ocurre que las lesbianas escapamos del código
esperado y no somos el territorio ni el trofeo que pelear, ni el producto para
consumir, ni el cuerpo de su placer, ni la víctima, ni la enemiga sometida que
duerme en la misma cama, ni la incubadora con piernas en que nos pretenden
convertir.
Elegimos
el derecho al placer, elegimos decidir con quien o quienes ejercemos lo sexo
afectivo; gobernar sobre nuestro cuerpo; decidir si deseamos o no la
maternidad; qué hacer con nuestras vidas y afectos y exigimos, siempre, que los
actos sexuales sean un acuerdo informado y conciente entre quienes participan.
Por
estas elecciones nos han perseguido, sometido a burlas, maltratos, prisión y
muerte. Hay una razón: La lesbofobia es un odio que tiene como origen el miedo
de los poderosos.
Con
nuestra práctica amorosa y política, amenazamos el orden existente, quebramos
el poder que somete las relaciones entre humanos. Explícitamente, cuestionamos
los papeles tradicionales de hombres y mujeres; condenamos la opresión terrible
de la sexualidad y la violencia entre los géneros. Implícitamente, nos oponemos
a todas las otras formas posibles de opresión, ya sea de clase, étnica,
económica, religiosa, nacional, política, cultural, lingüística o cualquier
otra.
En
tanto, establecemos que una exitosa estrategia de quienes detentan el poder ha
sido impedir la alianza entre hombres y mujeres convirtiéndolos en
contrincantes inmediatos por medio de ataduras físicas, culturales, ideológicas
y psicológicas. De la misma forma, ha impedido alianzas entre la
heterosexualidad, que imponen obligatoria contra nosotres, las disidencias
sexuales. Estas divisiones distraen nuestra atención respecto a aquellos que
hoy se apropian el mundo y le explotan sometiéndonos.
Es
por ello que venimos a recordarles que la opresión sexual es una forma de
opresión política. Que es un frente tan irrenunciable como la lucha contra el
racismo o la opresión económica.
Igualmente,
les recordamos que a pesar de la histórica participación activa de las
lesbianas, por ejemplo, en distintos movimientos sociales, y en el devenir
político en general, se han dejado para luego nuestras reivindicaciones y
seguimos sin rostro, ni voz, seguimos siendo objeto de persecución. También, queremos
acotar, fuerte y claro que para hablar de un proyecto distinto al neoliberal,
para poder decir que existe un proyecto de izquierda, de nación o alternativa
mundial tiene que ser real la visibilidad de todas las formas de disidencia
sexual. Además, de resultar impostergable la revisión exhaustiva de lo
que hoy la cultura construye como hombres y mujeres hacia un ejercicio de
dignidad humana libre de violencia y de imposición. En resumen: Acabemos con la
opresión de unos contra otras, de otros y de unas. La lucha conjunta es una
importante opción y Lunas, como equipo político de lesbianas feministas,
estamos aquí para decir:
Nunca
más, la izquierda, ni el mundo sin nosotras.
Lunasdec
@yahoo.com.mx en coordinación con Lesbianas Feministas Re-evolucionarias
No hay comentarios:
Publicar un comentario